¿Qué significa ser padres hoy? :
Actitudes de los padres responsables para favorecer el éxito
de sus hijos.
Mtro. Marco Antonio Hinojosa Amavizca. *
Director Adjunto del Instituto
de Desarrollo Humano de León A.C.
Ser padres implica asumir
responsabilidades, entre estas, la
atención de ciertos requerimientos de
los hijos durante la parte más
significativa de su desarrollo; en este punto podemos identificar
aquellas necesidades que, por su importancia, constituyen una
consigna imperiosa y trascendente, de tal manera podemos
distinguir dentro de estas consideraciones al
amor, la seguridad, la educación, la salud y un ambiente emocional
estable. No todos los padres están conscientes
de estos compromisos y, hoy en día, un gran
número de estos no pueden ni quieren,
a veces las dos cosas, asumir su rol
con todas las implicaciones anexas y conexas que
conlleva; tampoco atienden ni entienden las
necesidades de los hijos en las diferentes
etapas de la vida.
Para muchos, el ser padre
constituye una condición penosa y dolorosa que
van arrastrando por la vida sin darse cuenta, sin hacer
consciencia de la importancia trascendental
que tiene este rol en la vida del individuo,
la familia y la sociedad. ¿Qué significa
ser padre hoy? Constituye una pregunta que
todo padre responsable debería formularse
continuamente a lo largo de su vida.
Suele suceder que los
padres confundan su papel con el rol de proveedor o con
cuestiones económicas; en el afán de “que nada
falte al hijo”, uno o ambos padres dedican la mayor parte de
su tiempo al trabajo, descuidando la parte más sensible y
significativa de su papel que es la atención a
los hijos en calidad y cantidad de manera responsable,
directa, atenta, perfectible y en continua evolución.
Por su parte los hijos
tampoco están en sintonía con su papel así que, tal y como
se perciben las cosas hoy en día, pareciera que estos
solo tienen derechos pero ninguna obligación, para complicar
las cosas, actualmente tenemos una fórmula desastrosa:
un gran número de padres reducen su rol al mero aspecto
económico y, los hijos, a su vez, reducen
su implicación con los padres y con la vida
a un nivel básicamente material y
utilitario, que redunda en pedir sin dar
nada a cambio; el síndrome del niño emperador
es claro ejemplo de esto, de ahí que
el pedir se convierta en
demandas, exigencias y disputas constantes. Las
necesidades egoístas casi siempre redundan
en pedir cosas del ámbito material, lo cual los padres
cumplen gustosos creyendo que con esto suplen necesidades
auténticas y profundas de sus hijos, sin
embargo ambos, padres e hijos equivocan la
ruta y caen en un engaño
que produce, por un lado, ganancias secundarias
para ambas partes pero también, por el otro, un gran
vacío, un despropósito que genera una frustración
constante que se traduce en la pérdida de
visión, valores y objetivos tanto del
individuo, como la pareja y la familia, lo cual
impacta directamente en la sociedad.
Por ello en México hoy en día, no es casual que
estemos como estamos.
La atención a los
hijos se subraya cuando los hijos empiezan la educación
básica, dadas las necesidades, las exigencias y
los compromisos correlacionados que la educación demanda por
parte de los padres e hijos. Los niños que inician su educación escolar
necesitan hacerlo con expectativas, gusto y motivación.
Consecuentemente poco ayudará un clima de estrés y ansiedad
en el hogar. En este punto se requieren
padres bien estructurados que puedan
proponer y supervisar horarios, tareas y actividades
colaborativas de la escuela y la casa.
Los hijos requieren una guía dentro de
un entorno que apoye sus actividades escolares al seno
del hogar y unos padres que estén dispuestos a acompañarlos en sus tareas
escolares. No es ningún secreto que el éxito de los hijos en los estudios está
íntimamente relacionado con el apoyo e interés que los
padres muestran y otorgan a lo largo de la vida escolar
de sus hijos, atención que va
desde los primeros años escolares y
hasta donde abarcan las
metas académicas aceptadas y pactadas entre
padres e hijos, lo cual puede extenderse ya
sea a la preparatoria o bien a
nivel profesional.
Podemos identificar actitudes y conductas
comunes en los padres con hijos exitosos en los estudios.
Estas actitudes podemos agruparlas en cuatro esferas de
acción, a saber: 1.Dentro del hogar, 2. Hacia los hijos, 3. Hacia
las figuras de autoridad ( los mayores, padres y
maestros) y 4. En la escuela.
Dentro del hogar: Todo inicia con una visión,
que se traduce en un plan que mueve a
la acción a través de una serie de
actitudes positivas que los padres muestran hacia la
educación, la escuela y el respeto hacia los maestros. Los padres
inculcan un alto y genuino sentido de
responsabilidad lo que motiva a los hijos,
por ejemplo, a no faltar a clases, saben que cada
falta se convertirá en un obstáculo que incidirá
en el aprendizaje. Los padres
genuinamente responsables proporcionan el espacio, la
contención y los materiales adecuados para construir
habilidades y competencias en los hijos, además
organizan, planean y supervisan las tareas
asignadas a los hijos tanto en la escuela como en
casa. Establecen rutinas de aseo, alimentación, esparcimiento
y sueño. Además, controlan adecuadamente el tiempo libre y de
recreo de los hijos supervisan los programas de
televisión, los videojuegos e Internet y favorecen,
además, la socialización con otros compañeros de la
escuela. En este contexto la primera regla
de oro para los padres consiste en hacer
conciencia y reflexionar sobre su trascendental
tarea consistente en el arte de construir
y formar personas. En suma pues, los padres
exitosos construyen dentro del hogar una exitosa comunidad
de aprendizaje.
Hacia los hijos: Los padres exitosos son
asertivos y hacen de una comunicación sana,
directa y fluida la base para crear
una significativa, sana, dinámica y
enriquecedora relación con sus
hijos. Es bueno compartir
diariamente, por lo menos una comida en familia,
favoreciendo la sobremesa para comentar lo
que acontece a cada miembro de la familia
en el día a día, tanto en casa como
en la escuela. Es importante que los padres están
enterados de quiénes son los maestros y los compañeros de
sus hijos, que muestren interés en las tareas
de estos y que las supervisen puntualmente, esto
es diariamente. Los padres exitosos suelen ser buenos lectores y fomentan
inteligentemente este hábito en sus hijos a quienes les
inculcan también el hábito por la lectura, estos
padres saben que la lectura significativa y
con sentido será una de las herramientas más importantes para el
aprendizaje y el desarrollo de los hijos. Estos padres
están pendientes del progreso académico de los menores
y les proporcionan el soporte académico necesario, dirigiéndose al
maestro para conocer las fallas o debilidades de
los chicos con el propósito reforzar aquello que deben mejorar. Por
otro lado, los padres buscan activamente organizar un
programa de actividades extraescolares que permita
que sus hijos desarrollen activa y
responsablemente otras áreas y competencias para la
vida y el trabajo, dejando bien claro la
segunda regla de oro que es: terminar
cualquier actividad que se inicie.
Hacia las figuras de
autoridad:
Mucho tiene que ver la relación que
se tiene con los padres para favorecer una
buena actitud hacia los maestros, los mayores y las
figuras de autoridad. Si hay respeto y confianza
entre padres e hijos es muy probable que
la relación con los mayores, los maestros y las
figuras de autoridad siga ese mismo patrón. Los
padres responsables suelen presentarse con los maestros desde
el inicio del ciclo escolar y no dudan en solicitar la ayuda del profesor
cuando los hijos tienen problemas escolares. Es un hecho que los maestros
prestan mayor atención a los niños cuyos padres están permanentemente en
contacto con ellos y se ocupan y preocupan por su progreso. Los padres también
saben que el maestro es el mejor aliado en la educación de los hijos, por
eso confían en su trabajo y evitan desautorizar o emitir
comentarios negativos del maestro delante de los hijos.
Tercera regla de oro, todo ciudadano comprometido
aprendió antes a ser un hijo responsable.
En la escuela: Lamentablemente, aduciendo
infinidad de motivos, muchos padres se niegan a
colaborar con la escuela de sus hijos. Una actitud negligente
por parte de los hijos se encuentra
relacionada con la actitud indolente y descuidada de
parte de los padres, por ello, jamás
se insistirá suficientemente en la importancia
de la actitud entusiasta y participativa
por parte de los padres. Por lo anterior, es
importante para los niños que sus padres asistan a las actividades que
organiza su escuela, también es importante que contribuyan a la mejora
del centro educativo con una retroalimentación constructiva y
positiva hacia directivos y maestros. Es importante evitar
las críticas de banqueta, las críticas sin propuestas o los
comentarios corrosivos y destructivos. La colaboración de los
padres con la escuela, habla del interés que estos tienen en todo lo
relacionado con la educación de sus hijos.
El éxito escolar empieza en la casa y se consolida
en la escuela, por medio de la estructuración del
tiempo, las actividades, la supervisión y el apoyo constante de los padres,
quienes deben estar atentos y conscientes a las
consecuencias que ocasiona el descuido de los hijos. No se debe
buscar culpables fuera del hogar.
Ser padre no es sólo traer hijos al mundo, existen
muchos compromisos que van asociados a la paternidad, por lo
tanto, hay que estar dispuestos a cumplir con las
tareas inherentes al rol que se
ha buscado. Es absurdo cosificar a los hijos o
tratarlos como si fueran mascotas, dejando que terceras
personas se encarguen de ellos. Paralelamente depositar
a los hijos en la escuela y desentenderse de ellos con la excusa de
que no se tiene tiempo o que no se
está lo suficientemente preparado para educarlos o bien
ampararse en el consabido argumento del cansancio con el
que los padres llegan del trabajo, no representan razonamientos
maduros de padres serios, responsables y
sensibles quienes pretenden formar hijos exitosos. Los
padres que sólo se ocupan de representar muy
a menudo, deficientemente hasta el papel de
proveedores, nunca podrán suplir las carencias que su actitud irá
desarrollando en los hijos y más pronto que
tarde, lamentaran las consecuencias de sus
olvidos y omisiones. La carta regla de oro para
los padres responsables es que dentro de un hogar
sano, en donde prevalecen los
valores que nos vinculan a una
vida consciente y responsable, enseñamos a
construir una sociedad sana, justa, e inclusiva.
*El autor del presente
artículo es Maestro en Pedagogía y
ocupa el puesto de director adjunto del Instituto de
Desarrollo Humano de León A.C., desempeña labores
docentes y da orientación en el área
educativa, de convivencia de adaptación y
colaboración dentro del seno familiar. Se
agradecerá cualquier comentario acerca de este escrito
al siguiente correo electrónico: marcohinojosamavizca@gmail.com